Aqualung – Jethro Tull

Han pasado ya un par de años, pero todavía me dura la emoción… y eso que no fui en las mejores condiciones. Cuando con meses de antelación sacamos las entradas por internet, no podíamos saber que en el día y hora señalado yo iba a estar con un brazo en cabestrillo y una “tortilla” de antiinflamatorios y analgésicos, que iban a hacer del concierto una experiencia un tanto surrealista. A pesar de todo, lo disfruté un montón. Sí, asistir a ese concierto largamente esperado de Jethro Tull valió la pena.

Como si de un ritual se tratara, en las semanas previas había estado repasando la discografía de Ian Anderson y su banda, un poco desordenadamente, porque a pesar de la ilusión que me hacía ir, me daba la sensación de que tenía a la mítica banda de rock progresivo británica un tanto olvidada en los últimos tiempos. Luego me di cuenta de que muchos de sus temas estaban ahí, en el fondo de mi memoria.

Por otra parte, esa ilusión se venía un poco abajo cuando yo comentaba a algunas personas (sobre todo jóvenes) que teníamos ya nuestras flamantes entradas y ponían cara como de no saber muy bien de quién estaba hablando o les sonaba lejanamente. Lo cierto es que en varias ocasiones, me vi dando una explicación que solía terminar así: “Seguro que por lo menos te suena Aqualung… esa canción que empieza Tan-tán-tan-tán- tan- taaaaan…”

Aqualung-Jethro Tull

Para hablar de “Aqualung”, que además de una canción es el título genérico del cuarto álbum de estudio de Jethro Tull, tenemos que viajar en el tiempo hasta 1971, el rock progresivo y el hard rock en plena forma, y encontrarnos con una banda formada unos años antes al noreste de Inglaterra, concretamente en Blackpool, que había participado en 1970 en el histórico concierto de la Isla de Wight y gozaba de mayor prestigio en el mercado estadounidense que en el británico.

Es en ese momento cuando nace la más famosa obra de Jethro Tull, un trabajo del que Anderson siempre negó que fuera conceptual, aunque haya temas que sirvan de nexo: la crítica a la iglesia, Dios y la religión…, algo así. Lo cierto es que creo que es mejor no intentar definir Aqualung y dejarnos llevar por las sensaciones que sin duda va a provocarnos, tanto si lo hemos escuchado muchas veces, como si (qué suerte) nos acercamos al álbum por primera vez.

Un trabajo potente y profundo en el que Ian Anderson (voz, flauta y guitarra acústica) Martin Barre (guitarra eléctrica) Clive Bunker (batería y percusión) Jeffrey Hammond (bajo) y John Evan (piano, órgano y melotrón) están arrolladores.

La icónica portada de Burton Silverman y muchos de sus temas, están inspirados en las fotografías que Jennie, esposa de Ian Anderson por entonces, tomó de varios vagabundos por las calles de Londres, o a la orilla del Támesis, a los que dieron una aureola poética, considerando una especie de espíritus libres a aquellas personas que la sociedad aparta de su vista. Creo que, en esencia, para comprender el sentido de Aqualung, habría que empezar por aquí.

“Aqualung” el primer tema del disco, nos habla entonces de un vagabundo pedófilo llamado así, “pulmón acuático”, porque el resuello de aquel mendigo se asemejaba al del borboteo de un equipo de buceo bajo el agua.

“Sentado en un banco del parque, mirando a las niñas con mala intención. Mocos corriendo por su nariz, dedos grasientos manchando ropa raída. Secándose al frío sol, mirando como corren las bragas con volantes. Sintiéndose como un pato muerto, escupiendo pedazos de su mala suerte”

“Aqualung” arranca con uno de los riffs de guitarra más famosos del rock setentero (mi “tan-tán- tan-tán-tan-taan”) y a partir de ahí como el propio Anderson ha descrito, se suceden “un auténtico y tortuoso embrollo de acordes” con constantes cambios de ritmo, fragmentos acústicos, momentos en los que entra el piano o la increíble guitarra de Barre y de nuevo se regresa al primer verso y al riff, que unifica y da sentido a la experiencia sonora a la que estamos asistiendo.

Si el interlocutor al que yo había tarareado los compases iniciales de “Aqualung” los reconocía, no pocas veces el siguiente comentario era “Ah…uno con pintas muy raras”, comprensible, teniendo en cuenta la teatralidad y no poco humor con que Jethro Tull abordaba sus puestas en escena.

Dentro del álbum “Aqualung” están muchos de los grandes temas de Jethro Tull con su pequeña historia dentro, desde la dedicada a su padre “Cheap Day return” a “Wonderin’ aloud” con su estela folk, o la trepidante “Locomotive Breath”, mi favorita, con la voz y flauta de Anderson por todo lo alto y lucimiento para el resto de la banda en un metafórico viaje en tren que tiene a la muerte como última estación.

“My God” o “Hymn 43” son las más críticas, a la iglesia de Inglaterra “sangrienta y maldita” la primera, causante del retraso de la salida del álbum al mercado en nuestro país, y que sufriera algún que otro recorte cuando lo hizo finalmente en 1975.

“Cross- Eyed Mary” nos habla de Maria, la bizca, una joven que va a la escuela y además es prostituta, prefiriendo la compañía de los viejos verdes (Aqualung) a la de sus compañeros de clase y Mother Goose, con un aire medieval habla de mamá ganso, un personaje típico de los cuentos ingleses, por hablar de los temas más significativos del álbum.

Después de “Aqualung” sí vendría el conceptual “Thick as a brick” en 1972, aunque realizando una parodia de los discos conceptuales (como era de esperar) y “A passion play” confirmando esa etiqueta de rock progresivo completada por términos como “art-rock”, “blues-rock”, “folk-rock” o “hard-rock”, en una obra sustentada siempre por el pensamiento musical y complejo del flautista y cantante Ian Anderson.

“Living in the Past” “Too old to rock and roll, too Young to die”, “Minstrell in the gallery” o “Songs from The wood” son algunos de los álbumes que hicieron crecer la popularidad de la banda que tuvo un devenir constante de nuevos miembros que acompañaron y enriquecieron al pilar básico compuesto por el guitarrista Martin Barre y el propio Anderson, y garantizaron la supervivencia de Jethro Tull en los ochenta y noventa, sin faltar trabajos de Ian Anderson en solitario, como “Divinities” o incursiones en la música clásica.

En este último punto, ya saltando al nuevo siglo, encontramos “Ian Anderson plays The Orchestral Jethro Tull” un disco grabado en directo junto con la Neue Philarmonie Frankfurt” dirigida por John O’Hara, que tuvo lugar en el Rosengarten de Mannheim, Alemania, el 8 de Diciembre de 2004 y que nos permite ver una interpretación de “Aqualung” completamente diferente.

Aqualung – Ian Anderson and the Neue Philharmonie Frankfurt

En marzo de 2021 se celebraron los cincuenta años de “Aqualung” y el director y camarógrafo iraní Sam Chegini fue el encargado de crear una versión animada del tema, que comienza con la aparición del mendigo de la portada del disco y termina convirtiéndose en una meditación más amplia, y haciendo el propio Ian Anderson un particular cameo en el videoclip.

“The Zealot Gene” (2022) y “RökFlöte” (2023) son los dos últimos álbumes de estudio de Jethro Tull, publicados después de casi dos décadas sin que la banda sacara nuevo material.

Actualmente Jethro Tull está conformado por el imprescindible Ian Anderson, el guitarrista Joe Parrish-James, el baterista Scott Hammond, el pianista John O’Hara y el bajista David Goodier. Martín Barre abandonó la banda en el 2011.

Me lo pasé muy bien viendo a Jethro Tull, me olvidé de mi lamentable estado y me gustó ver a mucha gente joven. Siguen dando conciertos por España, tal vez tenga oportunidad de volverlos a ver, aunque tengo muy reciente ese concierto en el que repasaron toda su discografía, sus viejas canciones y las nuevas, con un montaje audiovisual muy logrado y un Anderson al que, si bien es cierto que la voz ya no le responde como antaño, lo suple con presencia escénica, profesionalidad y llenando el espacio con el sonido de su flauta.

En el repertorio no falto “Aqualung” y me gusta pensar que en el fondo de una de sus más míticas canciones hay un viejo pícaro que tiene su hogar a la orilla del Támesis y, aunque la gente pasa a su lado fingiendo no verlo y se sienten incómodos escuchando su respiración sonora, él les sonríe mostrando sus dientes mellados y, apretándose el abrigo, va en busca de su banco favorito para seguir pasando la tarde sin prisa.

I put a spell on you – Screamin’ Jay Hawkins

“I put a spell on you” es una canción peligrosa.

Su sonido envolvente se infiltrará en nuestro cerebro. Su ritmo obsesivo se confundirá con los latidos de nuestro corazón. Caminaremos irremisiblemente hacia nuestra perdición, sin que nada podamos hacer para evitarlo.

Seremos víctimas de un hechizo.

Es necesario advertirlo antes de continuar la lectura de este post porque, una vez que comencemos a escucharla, no habrá vuelta atrás.

Si todavía seguís ahí, comenzamos.

A veces salía desde dentro de un ataúd en una atmósfera fantasmal. Llevaba trajes brillantes y un hueso en la nariz. En su mano o en un bastón, una calavera humeante a la que llamaba Henry. Se rodeaba de serpientes y accesorios de vudú. Parecía una especie de “hombre salvaje” en una fiesta de Carnaval.

Estamos hablando de Screamin’ Jay Hawkins, nacido en Cleveland, Ohio en 1929. Su nombre real era Jalacy Hawkins. Aunque recibió formación en música clásica, terminó por centrarse en el blues. A mediados de los años 50 escribió “I put a spell on you”. Cuando se grabó la canción, él y la banda que le acompañaba estaban muy borrachos (algunas versiones dicen que a instancia del productor) y al escuchar las cintas resultantes se escuchaba algo muy extraño y estridente, lleno de gritos y alaridos. La balada de amor se había transformado en algo oscuro y violento. Podía funcionar.

Fue el DJ Alan Feed (que tuvo un importante papel en la difusión del rock y había iniciado un programa en 1951 acuñando el término “rock and roll”) el que sugirió a Hawkins el cambio de nombre y le instó a una puesta en escena impactante.

Así que aquí está Screamin’ Jay Hawkins interpretando I put a spell on you en una de sus primeras apariciones televisivas en los estudios británicos de Granada TV a principios de los sesenta.

“Te he hechizado, porque eres mía. Será mejor que dejes de hacer lo que haces, no estoy mintiendo. Simplemente no puedo soportarlo, la forma en que siempre estás corriendo por ahí, la forma en que me menosprecias. Te he hechizado. Porque eres mía”

I put a spell on you – Screamin’Jay Hawkins

Escalofriante o tal vez divertida. En un primer momento las radios, escandalizadas, prohibieron su programación, con la consecuencia de que se vendieron más de un millón de copias del disco. Única vez que el artista alcanzó tales números.

“I put a spell on you” ha tenido incontables versiones, Nina Simone, Creedence Clearwater Revival, The Animals, Bryan Ferry, Joe Cocker, Marilyn Manson, Ray Charles, Joss Stone… incluso Bette Midler la cantó en una película de comedia.

Una de las versiones más conocidas y para algunos la mejor, es la de Nina Simone, que incluyó I put a spell on you en su álbum de 1965 que se titulaba genéricamente como la propia canción, a la que Simone convierte en un clásico más jazz-blues y le da un enfoque más romántico y sentido. Una curiosidad es que su versión fue inspiradora de Michelle de los Beatles, según reconoció John Lennon.

I put a spell on you – Nina Simone

Pero si tengo que elegir una versión, sin duda alguna, me quedo con la siguiente. Dos razones: es la primera que escuché y la segunda es que es la de una de mis bandas favoritas de todos los tiempos, Creedence Clearwater Revival, que en su disco de debut incluían una revisión de “I put a spell on you” dotando al tema de una extraordinaria fuerza. Año 1968. Psicodelia y Blues rock todo en uno. Es difícil no caer hechizado con la interpretación arrebatada de John Fogerty. Esta canción también fue interpretada por la CCR en el Festival de Woodstock en 1969, pero me encanta este vídeo en el que los cuatro componentes de la banda parecen estar bajo el influjo de algún brebaje hipnótico.

A estas alturas, ya os habréis percatado, de que “I put a spell on you” es realmente mágica, y que cada versión suena completamente diferente de la anterior y no menos fascinante. Pero por si todavía no estáis lo suficientemente hechizados con esta canción de mil caras, la pianista y vocalista de Nashville, Kandace Springs, le da una nueva vuelta de tuerca, y en su álbum “The Women who raised me”, lanzado en el 2020 y dedicado a las mujeres que en su carrera musical le sirvieron como fuente de inspiración, entre las que se encuentran Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Roberta Flack o Dusty Springfield, rinde igualmente homenaje (no podía ser de otra manera) a Nina Simone con una versión de “I put a spell on you” a la manera ardiente y elegante que Nina imprime al tema, pero al que Kandace, en honor también al amor que ambas vocalistas comparten por la música clásica, incorpora las notas de Moonlight Sonata en una interpretación no menos apasionada que las anteriores.

Con una presencia escénica espectacular y una imponente voz de barítono, Screamin’Jay Hawkins que además actuaba arropado por una banda bien dotada de instrumentos de viento y percusión, bien fuera blues o soul lo que fuera que tocara, lo hacía de una manera única. Por otra parte su expresividad facial y corporal y los horripilantes sonidos guturales que emitía le daban un aspecto de lo más peculiar. Una vez se quedó atrapado en el ataúd y otra fue encerrado (de broma) con un mono. Parece que no le hacía gracia nada de esto, pero ahí seguía.

A Hawkins se le entendió mejor en Europa y terminó por marcharse a Francia. No tuvo muchos éxitos más, pero teniendo en cuenta que bebía como un cosaco, que se casó seis veces y tuvo entre 57 y 75 hijos (Wikipedia dixit) igual no tuvo mucho tiempo. Murió en el 2000, fue inspirador de intérpretes como Alice Cooper o Marilyn Manson y se le considera un pionero en el llamado Shock Rock.

“I put a spell on you”, una canción que es un conjuro, capaz de hechizar a varias generaciones de músicos y oyentes, permaneciendo en el tiempo. No sé vosotros, pero yo supe desde un principio que no tenía elección y sucumbí a su hechizo desde la primera vez que la oí.

Under the bridge – Red Hot Chili Peppers

Lo recuerdo bien. Fue en una visita a una hermosa iglesia románica haciendo el Camino de Santiago, cuando de pronto todo quedó a oscuras para dar comienzo a un audiovisual, y una voz cavernosa comenzó a hablar diciendo: “Si las piedras hablaran…”

¡Cuántas veces he recordado esa frase…! ¿Tienen memoria los lugares que han sido escenario de episodios de nuestra vida?

Si las piedras hablaran ¿qué me dirían las de los muros del viejo colegio al que fui de niña y que todavía sigue en pie, cuando paso por su lado, apresurada, muchos años después? Las de las calles, tantas veces recorridas en las diferentes versiones de mi misma, ¿qué tendrían que contarme? Han sido testigos de mis sueños, de mis momentos alegres y tristes, podrían hablarme de tantas cosas que yo he olvidado…

Anthony Kiedis cantante y cofundador de la banda californiana Red Hot Chili Peppers a comienzos de los noventa dedicó una de sus más hermosas baladas a la ciudad de Los Ángeles. Lo hizo en homenaje a sus peores momentos, ya que que en 1988 había perdido a su “compañero de batallas” y guitarrista del grupo Hillel Slovak, fallecido por sobredosis de heroína con 26 años. “Under The bridge” es un canto de amor a Los Ángeles, a sus calles y colinas, que le acompañaron mientras intentaba salir de su infierno personal.

“A veces me siento como si no tuviera ningún compañero. 
A veces me siento que soy mi único amigo. 
Es la ciudad en la que vivo, la ciudad de los ángeles, 
Solitaria como yo, juntos lloramos.

Conduzco por sus calles porque ella es mi compañera. 
Camino por sus colinas porque ella
sabe quién soy. 
Ella ve mis buenas acciones, Me besa con el viento.”

El puente del título es posiblemente el de “MacArthur Park”, más bien un pequeño túnel peatonal en el centro de los Ángeles, como afirma la revista Vulture que llegó a hacer una investigación.

En 1988 era un lugar peligroso e infestado de drogas, terreno de juego de pandilleros y traficantes, en el que se podía conseguir cualquier cosa”

Kiedis manifestaba que no era relevante saber exactamente a qué puente se refería. En cualquier caso era allí donde se pinchaba heroína, y por el que cobran sentido los versos finales.

“Bajo el puente en el centro de la ciudad, dibujé algo con sangre, bajo el puente… no tuve suficiente, bajo el puente… olvidé a mi amor, bajo el puente… regalé mi vida

“Under the bridge” es posiblemente la canción más conmovedora de Red Hot Chili Peppers. Pertenece a su quinto álbum de estudio “Blood Sugar Sex Magic” y fue el álbum que consolidó a la banda, que llevaba en marcha desde 1983. En 1991 junto a Kiedis y Michael Balzary “Flea”, bajista, miembros fundadores, estaban Chad Smith, batería y John Frusciante, el joven guitarrista que sustituyó a Hillel Slovak.

Para parte de su público, la ausencia de Hillel, llevó a Red Hot Chili Peppers hacia derroteros más comerciales, pero quizás su sonido se hizo más asequible para nuevos seguidores cuando la banda comenzó a despegar pasando del “funk- rock” inicial a otras posibilidades.

Frusciante compuso la introducción inicial de “Under The bridge”, una canción que permite una interpretación tan íntima y emotiva como la que recoge el siguiente vídeo, grabado en Amsterdam en 1991 en el que solo interviene su guitarra y la voz de Anthony Kiedis.

Under the bridge – Kiedis & Frusciante

“Blood, Sugar, Sex, Magic” se considera la obra maestra de los Red Hot Chili Peppers y uno de los mejores álbumes de los noventa. Contiene algunos de los mejores temas de la banda, como “Give it away”, “Breaking The girl” “Sir Psycho Sexy” o la propia “Under The bridge”

Un disco del que vendieron más de 20 millones de ejemplares, los elevó a la popularidad que no se esperaban y que motivó a Frusciante a abandonar la banda en medio de una gira, a pocas horas de celebrar un concierto en Japón, siendo sustituido por Dave Navarro.

John Frusciante, un gran guitarrista que emulaba a su ex compañero así como a Jimmy Hendrix, tenía tantos problemas con su adicción a las drogas que su supervivencia fue considerada un milegro, pero logró recuperarse y cuando Dave Navarro dejó el grupo por los mismos o parecidos problemas, se incorporó nuevamente. Era el año 1998 y un año después llegaría el segundo gran trabajo de Red Hot Chili Peppers, “Californication”, más cercano al pop de lo que algunos hubieran querido. El “Funk – rock” parecía quedar definitivamente atrás al igual que en su siguiente álbum de estudio “By The way” lanzado en el 2002.

Con una banda imparable, que participaba en importantes festivales con actuaciones tan épicas como la de Woodstock en 1999, giras por Europa y con Kiedis alejado definitivamente de las drogas, nos detenemos en el que se considera uno de los mejores conciertos de la banda, el que tuvo lugar en el castillo de Slane (Irlanda) en agosto del 2003. Casi llegando al final, sonaba “Under The bridge”.

“Under The bridge” – Live at Slane Castle

“Unlimited Love” y Return of The dream cantine” son los dos últimos trabajos de Red Hot Chili peppers ambos lanzados en el 2022 pero hace ya unas décadas, que la mítica banda que triunfó en los noventa parece estar en una evidente decadencia creativa, aunque puedan presumir de que muchas de sus canciones continúan siendo himnos, al menos para los más nostálgicos.

Los californianos tienen su propio canal “Whole Lotta red Hot” con vídeos musicales, actuaciones en directo y cualquier contenido que tenga que ver con el grupo en el que siguen incombustibles “Flea” y Kiedis, los únicos que han estado de principio a fin.

“Under The Bridge” sigue siendo una de “sus canciones”. En ella está parte de su historia, de esa parte amarga que les acompañó precisamente cuando parecían más locos y divertidos. Ya no son aquellos jóvenes inconscientes, pero creo que por más veces que repita la letra, Anthony Kiedis sentirá un nudo en el estómago recordando a aquellos fatídicos días y a su amigo y compañero Hillel, pensando que podría haber compartido su suerte, y volverá a sentirse solitario y triste, tan sólo acompañado por su ciudad, Los Ángeles.

“Es dificil de creer que no hay nadie ahí fuera. Es dificil de creer que estoy completamente solo. Al menos tengo su amor, la ciudad, ella me ama, Solitaria como soy yo, juntos lloramos

Si las piedras hablaran, tal vez me dirían que solo son piedras. Puede que tengan razón, pero… ¿por qué entonces, hay lugares que me emocionan y otros a los que, solo haciendo un esfuerzo supremo, he logrado volver con el único objetivo de exorcizar los demonios que había en ellos?

Si las piedras del viejo puente del que habla Kiedis en su canción pudieran hablar, le contarían historias que tal vez preferiría que permanecieran en el olvido.

“Nunca quiero volver a sentirme, como me sentí aquel día, llévame al lugar que amo, llévame todo el camino”

Pausa – Izal

Extracto de una conversación real mantenida con mi hija pequeña (veintiún años). Empiezo yo.

– ¿De qué crees que trata “Pausa” de Izal?

– Son dos personas y cada una lleva un ritmo diferente, por eso no se entienden, es como una relación imposible en la que uno no puede darle al otro lo que necesita.

– Sí, está claro que cada uno tiene su tiempo (me quedo pensando) una amiga que perdió a su pareja hace un par de años, se quejaba de que le meten prisa para superar “el duelo”, le dicen que ya es hora de pasar página y continuar con su vida.

– Eso es absurdo, no creo que pueda haber plazos determinados cuando solo uno mismo sabe lo que le pasa, eso de fórmulas que sirvan para todos…

– Estoy de acuerdo. “Pausa” puede hablar de la imposibilidad de saber lo que siente cualquier otra persona, aunque hay quien dice que se refiere a alguna enfermedad mental, como la esquizofrenia.

– En plan Dr. Jekyll y Mr. Hyde… no lo había pensado, pero bueno, igual.

– Si miras los comentarios de YouTube, hay interpretaciones de todo tipo, gente que habla de procesos como la depresión o incluso del Alzheimer…

– (Mi hija se queda pensando, un poco sobrepasada) y tú ¿de qué crees que trata “Pausa”?

– Pues, la verdad, cuando escuché esta canción, pensé que todos en algún momento de nuestras vidas, necesitamos parar, tomar consciencia, no mirar ni hacia adelante ni hacia detrás, tomar aliento, respirar, dejar la imagen congelada, como en el vídeo, darle a la pausa.

PAUSA

La patinadora olímpica Sonia Lafuente es la protagonista del videoclip de “Pausa”, realizando una exhibición de patinaje artístico en un plano secuencia sin cortes, que resulta cautivador y emotivo, como la letra de esta canción, una de las más recordadas de un grupo que ya es historia.

Izal consiguió triunfar en un tiempo récord. Comenzaron su andadura en el año 2010, Mikel Izal, vocalista y compositor, Emmanuel Pérez “Gato”, bajo, Alejandro Jordá, batería y percusión, Alberto Pérez, guitarra e Iván Mella, teclados. Los cinco músicos, que venían de diferentes lugares (Pamplona y Vitoria, Málaga y Henderson en Argentina, Valencia, Calamonte en Extremadura y Bilbao) confluyeron en Madrid y pusieron en marcha un proyecto de múltiples influencias. Con tan solo dos discos “Magia y efectos especiales” (2012) y “Agujeros de gusano” (2013) se consagraron como banda puntera en el panorama nacional. “Copacabana” se lanzó en el 2015 seguido de “Autoterapia” ya en el 2018, con el que conseguirían ser uno de los grupos referentes de la escena alternativa y pop-rock en España.

“Pausa” pertenece a ese cuarto álbum de estudio de Izal, “Autoterapia”, un trabajo con el que la banda intentaba reinventarse jugando con la psicodelia y navegando por músicas que iban de lo folk a lo electrónico pasando por lo sinfónico, sin perder su sello, ese que les hacía llenar en sus conciertos ante un público que coreaba casi palabra por palabra sus canciones. A la vez, “Autoterapia” tenia mucho que ver con el vocalista del grupo, Mikel Izal, y sus reflexiones “en busca de la felicidad” en una especie de paso por su propio diván.

“Pausa” fue el último tema compuesto para el disco y su segundo single. Probablemente la canción más lenta en la discografía de Izal y una auténtica joya escondida dentro del álbum.

Aunque Izal siempre llevaba su repertorio al público en giras épicas en las que agotaban las entradas, participando en festivales nacionales e internacionales, para una canción como “Pausa” prefiero la grabación casi íntima que el grupo realizó el 6 de febrero del 2018 en los Estudios Reno, en la que casi invitan a escuchar la canción con los ojos cerrados.

Su quinto y último álbum de estudio fue “Hogar”, el más arriesgado y confesional de Izal (“Necesitaba desnudarme y decir en un estribillo que sangro, río y lloro”) y en el 2022 la banda anunció su separación encubierta como una “pausa indefinida”, tras el final de la gira de este último disco, con una última actuación en el WiZink Center de Madrid en Octubre de 2022.

Fueron diez años de conciertos, cuatro giras y doce años de historia. Alguna de sus canciones más conocidas han obtenido un merecido reconocimiento (“Copacabana”, “Pequeña revolución” “El baile” “Pausa” o “La mujer de verde”) así como los álbumes “Copacabana” y “Autoterapia” (discos de oro y platino respectivamente) y los premios y galardones recibidos por el grupo son innumerables.

Cinco músicos inquietos, con ganas de explorar, buscando incluso su propia incomodidad. Aseguraban con modestia que en realidad, aunque tenían seguidores muy fieles, mucha gente no los conocía. Es posible. De hecho yo los conocí tarde, aunque luego me di cuenta de que muchas de sus canciones ya las tenía escuchadas y casi aprendidas porque sonaban mucho en casa, aunque no las pusiera yo.

La voz de Mikel (Pamplona 1982), la cara más visible de Izal, cobraba en el grupo un especial protagonismo, al igual que su poderío escénico. Tras la separación del grupo, lanzó su primer álbum ‘El miedo y el paraíso’ en noviembre de 2023, de nuevo una catarsis emocional por parte del autor. Le espera una nueva gira mostrando al público su trabajo aunque alejado de los grandes pabellones. Asegura que tiene miedo ante esta nueva etapa, pero ese miedo, al igual que su inconformismo vital, nunca fueron ninguna traba para él.

Todavía no han desfilado sus canciones por mi casa, pero sin duda lo harán pronto o tendré que tomar yo la iniciativa. Pero, volviendo a la pregunta inicial:

¿De qué trata “Pausa”? ¿Y si nos lo explican ellos mismos?

“Pausa” – Historía de una canción

Posible final de la conversación con mi hija. Empieza ella.

– ¿Así que la canción ganadora es “Pausa”?

– Si, aunque “Copacabana” estuvo a punto, porque fue la primera que me llamó la atención de Izal, pero es que “Pausa” me parece tan especial…

– Bueno, pero no te olvides de decir que te los descubrí yo.

– Por supuesto.

Son of a preacher man – Dusty Springfield

Comenzaremos con unas cuantas verdades verdaderas.

1. Las apariencias engañan.

2. Hasta los más grandes toman (alguna vez) decisiones equivocadas.

3. Quentin Tarantino elige muy bien las canciones para sus películas.

Y ahora vayamos por partes:

Si, las apariencias engañan, porque bajo esa apariencia de chica modosita, con su pelo rubio recogido en cardados indefinibles y su intenso maquillaje de ojos “estilo panda”, Dusty Springfield cuyo verdadero nombre era Mary O’Brien (Londres 1939) fue una mujer valiente y rompedora en muchos sentidos.

Dusty podría haber sido como Sandie Shaw, Cilla Black o Lulu, y de hecho a mediados de los sesenta era, como sus contemporáneas, una estrella del pop. Su voz elegante y sofisticada así como su exquisita técnica vocal, le habían llevado a conseguir varios éxitos, primero con el grupo The Springfields y después en solitario. Supo rodearse de compositores con talento como Carole King o Burt Bacharach e interpretar sus canciones con una energía especial. Pero a Dusty Springfield le gustaba el soul. Se sentía en otra categoría diferente por mucho que compartiera escenarios y compositores con las anteriores. Admiraba a Aretha Franklin o a Gladys Knight, musicalmente estaba más cerca de las voces negras, y ella misma hacía una buena propaganda en Reino Unido de The Supremes, Martha & The Vandellas y otras figuras surgidas de la Motown.

Si bien su carrera discográfica estaba cimentada en un buen número de singles, carecía de un álbum definitivo, un larga duración que demostrase que era algo más que una buena intérprete de éxitos sueltos.

Su oportunidad llegaría en 1969 y con el disco “Dusty in Memphis”, que está considerado no solo su mejor disco, sino además una de las grandes obras del soul. En él un tema que, como veremos, le llegó de segundas pero que aceptó gustosamente: “Son of a preacher man”, con el que obtuvo un gran éxito que le acompañaría durante toda su carrera artística.

Dos datos más de Dusty Springfield:

Se negó a cantar para un público segregado en Sudáfrica y fue deportada del país en 1964.

Admitió su bisexualidad en 1970 en una entrevista y, aunque parece que en realidad era lesbiana, eso la hizo convertirse en un icono de la comunidad LGBTI

Entrando en el segundo punto, “Son of a preacher man” escrita por John Hurley y Ronni Wilkins, trata de un “affaire” con el hijo de un predicador, y fue ofrecida en primer lugar a Aretha Franklin (hija de un predicador) que la encontró irrespetuosa y declinó la oferta.

Pero cuando Aretha escuchó la versión de Dusty dos años más tarde, se dio cuenta de su error y grabó la suya, incluyéndola en el disco “This girl’s in Love with you” en 1970, aunque no alcanzó el éxito de la versión original por mucho que fuera Aretha Franklin que, al menos, venció sus prejuicios al cantarla.

“The only one who could ever reach me, was the son of a preacher man, yes he was (…) being good isn’t always easy…”

Son of a preacher man – Aretha Franklin

Te pueden gustar más o menos sus películas (a mi, con alguna excepción, me encantan) pero creo que el buen gusto musical de Quentin Tarantino admite poca discusión. Además de ser un auténtico “rescatador” de muchas bandas de los sesenta, es capaz de llevar los temas que elige a dimensiones inimaginables.

“Son of a preacher man” cantada por Dusty Springfield está incluida en la B.S.O. de “Pulp Fiction” (1994), afortunadamente Tarantino consiguió los derechos de la canción y así quedaba en una inolvidable escena protagonizada por John Travolta y Uma Thurman.

“Son of a preacher man” – Pulp Fiction

Hay no pocas versiones de “Son of a preacher man” destacando las de Nancy Sinatra, Dolly Parton, Tina Turner, Janis Joplin, Liza Minelli o Joss Stone.

Joss Stone (Joscelyn Eve Stoker) nació en Dover, Inglaterra, en 1987. Cantante y compositora de R&B y soul, tiene una potente voz que le permite atreverse casi con cualquier estilo. Con solo 16 años debutó con un álbum múlti-platino y nominado al Mercurio Prize, “The Soul Sessions” y entre sus influencias musicales están Aretha Franklin y Dusty Springfield.

Aunque su versatilidad le ha llevado a interpretar el rock con tanta pasión como el soul, parece la persona ideal para dar una versión renovada de “Son of a preacher man” que ha interpretado en numerosas ocasiones con una fuerza que aplaudirían sus antecesoras, al igual que lo hizo el numeroso público asistente al UK Music Hall of Fame el 14 de noviembre de 2006, ante una jovencísima Joss Stone.

Decían de Dusty Springfield que era una mujer de carácter, temida por su franqueza e incluso una vez que la cantante desapareció de las listas de éxitos, lo que sucedió con los discos que siguieron a su “Dusty in Memphis”, se ganó cierta fama de diva irascible.

En 1987 los Pet Shop Boys la sacaron de su casi reclusión colaborando como vocalista invitada en su “What have I done to deserve this” y después, más o menos volvió a desaparecer, aunque siempre quedará su papel de madre espiritual de Joss Stone como hemos visto, así como de Amy Winehouse o Duffy.

Dusty Springfield falleció en 1999 a los sesenta años. Es curioso que unos años antes manifestó en relación con “Son of a preacher man”, su canción por derecho propio, que a ella en realidad le gustaba más la versión de Aretha Franklin y que cuando la oía pensaba “yo la tenía que haber cantado así”

Estaba equivocada, la versión de Dusty Springfield es elegante y contenida, puro soul, nadie la cantó ni la cantará como ella, aunque reconozco que durante mucho tiempo cada vez que sonaba, siempre tenía que mirar a quién pertenecía esa magnífica voz, y me sorprendía ver su cabello rubio enmarcando un rostro sonriente, y esos ojos azules pintados de negro, que me miraban desde la portada.

Where did you sleep last night? – Nirvana

Las novelas negras, las series o películas en las que se investiga un crimen, profundizando en la mente del asesino y tratando de comprender los resortes del mal, a muchos nos resultan fascinantes. Entramos, desde la seguridad de la ficción, en un mundo que nos horroriza y a la vez nos atrae. Nos gusta sentir el escalofrío del miedo, acercarnos a la parte oscura del alma. Situarnos al borde del abismo desde nuestro sillón favorito y asistir al horror sin que la sangre nos manche, cerrando el libro o apagando la pantalla si el peligro acecha.

Nada que no esté recogido en la tradición popular y que no tenga su particular visión y expresión también en la música, donde hay poemas, romances, baladas, que incluso han dado lugar al subgénero conocido como “murder ballads” en el mundo anglosajón, con antecedentes que se remontan a mediados del siglo XVII, cuando estas narraciones fueron impresas y comenzaron a ser vendidas, siendo Inglaterra, Escocia, Irlanda y los países nórdicos donde más se difundieron. Desde ahí se expandieron a los Estados Unidos, terminando por desarrollarse en los géneros blues, country y folk y se fueron extendiendo por el viejo oeste y el sur del país.

“In the pines/Where did you sleep last night?” es una “murder ballad” cuyas sus raíces se remontan a la década de 1870 desde lugares como Appalachia en Virginia; Tennessee y Kentucky. Se desconoce el autor de la canción y existen muchas variaciones en la letra, el arreglo y la instrumentación. 

A veces comienza con “Black girl” y otras con “My girl”. La primera versión impresa compilada por Cecil Sharp apareció en 1917.

“Black girl, black girl, Don’t lie to me, Where did you stay last night? I stayed in the pines, where the sun never shines and shivered when the cold wind blows”

Y la primera grabación comercial data de 1926, debida a Dock Walsh con acompañamiento de banjo y en la que aparecen los pinos, un elemento que se mantiene en todas las versiones. En 1940 aparecen las versiones de Bill Monroe, uno de los padres del bluegrass y en las décadas de 1940 y 1950, la del cantante y guitarrista de folk/blues estadounidense LeadBelly (nacido en 1888), que había estado en prisión en 1917 por el asesinato de un hombre en Texas. Parecía ser el intérprete ideal para esta canción y le dio el toque blusero que da un aire estremecedor a su versión, en la que se acompaña simplemente de su guitarra.

“My girl, my girl, don’t lie to me
Tell me, where did you sleep last night?
In the pines, in the pines, where the sun don’t ever shine
I would shiver the whole night through.”

Leadbelly- In the Pines /Where did you sleep last night?

La canción siguió su camino llegando a las voces de Bob Dylan o The Grateful Dead en 1966 y de Mark Lanegan, Nirvana y Dolly Parton en los noventa.

Kurt Cobain conoció el tema por su amigo Lanegan y la cantaban incluso a dúo, pero la versión más conocida y definitiva de Nirvana fue la interpretada en MTV Unplugged en 1993, que luego fue lanzada póstumamente en el álbum “MTV, Unplugged in New York”

Nos vamos al 18 de noviembre de dicho año cuando Nirvana, la icónica banda de Seattle, grababa una sesión en vivo en los estudios de MTV en Nueva York, que se convertiría en uno de los álbumes en vivo más famosos de la música rock.

Nirvana estaba en un gran momento, su “Nevermind”, lanzado en 1991, les había proporcionado grandes éxitos, “In Utero”, su tercer álbum, estaba teniendo buenas críticas, pero no tenían grandes expectativas para su Unplugged. Además, a los productores de MTV no les hizo mucha gracia que la banda se negara a tocar sus mayores éxitos y en su lugar se decidieran por versiones (canciones de Vaselines, David Bowie, Lead Belly y Meat Puppets) pero como después contaría Dave Grohl, el que fuera batería de Nirvana, en esa sesión querían hacer algo diferente, no solo tocar sus canciones con guitarras acústicas.

No fue una mala decisión, MTV Unplugged en Nueva York se convirtió en una de las actuaciones más memorables de la banda y la última grabación de larga duración, ya que Kurt Cobain, el cantante, se suicidaría pocos meses después.

En el escenario había lirios, velas negras y una lámpara de araña de cristal, todo a petición de Kurt Cobain, que según sus palabras quería una estética “de funeral”.

La canción final fue una versión asombrosa de “Where Did You Sleep Last Night” o «In the Pines», la que hiciera famosa el gigante del blues Lead Belly, al que dedicó su interpretación.

Neil Young describió el desgarro final de la interpretación de Cobain como «Sobrenatural, como un hombre lobo, increíble».

Fantastic Negrito, cuyo nombre real es Xavier Dhrepaulezz, creció en Massachussets en una familia musulmana ortodoxa. A los doce años, cuando su familia se mudó a Oakland, dejó su hogar para vivir en la calle. Aprendió a tocar múltiples instrumentos de manera autodidacta. En 1993 firmó su primer contrato discográfico, pero tras un accidente de tráfico dejó la música hasta el año 2014 convertido en Fantastic Negrito, con un estilo que define “de raíces negras”. Su álbum “The last days of Oakland” del 2016 recibió el premio Grammy en la categoría de mejor álbum de Blues contemporáneo. Incluido en él, una versión de “In the pines”, más bien una reinterpretación, que le llevó a hacer un documental que trata del impacto de la violencia armada sobre las mujeres negras y que dedica a Renee Moncada, una madre cuyo hijo fue asesinado a tiros por la policía.

Para mí fue toda una sorpresa encontrarme con este grandísimo músico que se mueve en muchos registros. Vale mucho la pena disfrutar de su interpretación en acústico y en solitario de “In the pines”, grabado en Paste Studios en New York el 11 de agosto de 2016.

Fantastic Negrito – In the Pines

La cantante y compositora de blues rock estadounidense Sari Schorr irrumpió en la escena musical en el 2016 con el álbum “A force of nature”. En el 2021 también hizo una versión al piano de “In the pines” dando un nuevo giro al tema desde su posición comprometida, llevándola en este caso a los acontecimientos del movimiento “Black lives matter” de 2013. Sensual y salvaje, también elegante y dulce, tiene un registro vocal que da una especial intensidad y magia a la canción, que acompaña con un inquietante vídeo en blanco y negro donde, una vez más, los pinos cobran un papel protagonista, creando una atmósfera oscura y misteriosa que, a pesar de la nueva inspiración de Sari, conecta con las primeras versiones de “In the pines”

Cerrar las páginas del libro, quedarnos con el eco de la balada que cuenta una terrible historia, las últimas imágenes del crimen, del misterio no resuelto. La sensación de estar al borde de un lago de profundas aguas con la mirada hipnotizada, a medias entre la atracción y el espanto.

Hemos rozado el miedo. Hemos dejado satisfecha a esa parte de nosotros que necesita sentir emociones y saltar al otro lado, al abismo del odio y de la muerte, transitando por unos minutos por ese oscuro bosque, entre los pinos, donde nunca brilla el sol.

Hasta la raíz – Natalia Lafourcade

La memoria, la identidad. Saber quiénes somos, de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces o un paso más allá, de quién seremos raíces cuando el tiempo nos lleve. Me viene a la cabeza esa grandísima obra de García Márquez que es “Cien años de soledad” y sus sagas de Aurelianos y José Arcadios. Pienso en mi propia saga familiar, en los que me han precedido, en su huella que permanece en mí, que de alguna manera les continúo. El eco de las generaciones pasadas perdura, aunque no seamos conscientes de ello. Hay un camino trazado que desemboca en nosotros. Es como una cadena sin fin de la que formamos parte lo queramos o no.

No sé si la inspiración de Natalia Lafourcade al componer esta canción fue la que yo le doy. A veces las canciones tienen vida propia y tantas interpretaciones como personas que escuchan. En sus palabras:

“Quería hacer una canción sobre el origen, sobre las cosas que te construyen y te permiten ser quien eres. Cuando la terminamos vi que era el reflejo de quién soy yo ahora, la que resume lo que vengo viviendo y lo que estoy lista para vivir. Es el himno de mi vida”

A la dulce voz de Lafourcade se une una letra en la que aparecen palabras que van más allá de un sentimiento personal, componiendo un mapa más ambicioso en su recorrido.

“Sigo cruzando ríos, andando selvas, amando el sol. Cada día sigo sacando espinas de lo profundo del corazón. En la noche sigo encendiendo sueños, para limpiar con el humo sagrado cada recuerdo”

El videoclip de “Hasta la raíz” en el que participaron más de cuatrocientas personas, incluyendo bailarines de la Escuela Nacional de Danza de México, así como el músico Leonel García coautor del tema, apoya este sentimiento de conexión profunda y ancestral que atraviesa el tiempo y se expande en múltiples direcciones.

Natalia Lafourcade (Ciudad de México 1984) vivió su infancia en Coatepec, Veracruz, rodeada de música y arte. Cantante, compositora, activista, ha ganado premios nacionales e internacionales, entre otros tres Grammy y dieciocho Grammy latinos. Hija de Gastón Lafourcade reconocido músico y catedrático chileno y de María del Carmen Silva, pedagoga y pianista creadora del método educativo Macarsi. A los seis años, un accidente al caer de un caballo cambió su vida, y su madre puso todo su empeño en ayudarla en su rehabilitación con un plan con el que revirtió las dificultades de habla y movimiento utilizando la música, que a partir de entonces Natalia ya nunca abandonó.

A los 14 años formó parte del grupo pop, Twist y en el 2002 lanzó su primer álbum como solista titulado “Natalia Lafourcade” En el 2005 formó la banda llamada «La Forquetina» con quienes grabó su álbum “Casa» ganando el Grammy Latino al “Mejor Álbum de Rock» en el 2006, año en que se separó del grupo e inició su carrera definitivamente como solista.

En el 2015 publicó «Hasta la Raíz» con el cual ganó en las categorías de «Grabación del año», «Mejor disco alternativo», «Mejor canción alternativa» y «Mejor canción» en los Latin Grammys, al que siguió “Musas” con dos partes, en el 2017 y 2018. “Musas Tour” fue la gira de promoción del álbum “Musas” por Europa, Sudamérica y Estados Unidos, con una extensión en este país en el 2019, participando entre otros lugares en el Festival Austin City Limits en Austin (Texas), no faltando su interpretación ante un numeroso público de “Hasta la raíz”

Hasta la raíz – Natalia Lafourcade

“Un canto por México” también con dos volúmenes (2020 y 2021) y “De todas las flores” en el 2022 (junto con “Hasta la raíz” su segundo trabajo con material inédito) fueron sus últimos álbumes de estudio, pero Lafourcade ha estado aquí y allá, sin olvidar su colaboración en la película “Coco” con la canción “Recuérdame” o su trabajo como productora, arreglista e intérprete con otros artistas como Juan Gabriel, Omara Portuondo, Jorge Drexler o Rubén Blades, consolidándose como una de las cantautoras latinoamericanas más destacadas a nivel mundial.

Como me sucedía cuando en este mismo blog hablé de Julieta Venegas, me cuesta un poco conectar con algunas músicas (es el caso) pero de pronto hay una canción que, por algún motivo, se cuela en mi personal repertorio y ahí se queda. “Hasta la raíz”, musicalmente hablando, con esa mezcla de pop con folklore mexicano y un ritmo constante como de golpes de tam tam, es un ejemplo de canción que se hace más y más grande conforme la interiorizas y le das un significado propio. Así que se quedó conmigo y me gusta verla crecer.

Porque ha crecido. El proyecto “Playing for change” junto con Cruz Roja Internacional, eligieron “Hasta la raíz” para hacer un homenaje a los familiares de las personas desaparecidas en la América Latina. Fue grabado en el año 2020 y participaron quince músicos como León Gieco de Argentina o Susana Baca de Perú, junto con instrumentistas de Colombia, Honduras, Guatemala, El Salvador, Brasil…

Como sucede en la mayoría de vídeos de “Playing for change” resulta emocionante ver el resultado.

“Hasta la raíz” – Playing for change

Susana Baca, una de las intérpretes que sale en el anterior vídeo, es cantante, compositora, investigadora musical, impulsora de la recuperación de las raíces afroperuanas, educadora, ganadora por tres veces de los premios Grammy Latinos y además fue Ministra de Cultura de su país.

Su voz es cálida y dulce. Siempre comprometida y defensora de múltiples causas, es una poeta que además canta. Se enamoró de “Hasta la raíz” nada más oírla, la cantó junto con Natalia Lafourcade y más adelante hizo su propia versión del tema, que incluyó en su disco “Maestra vida” publicado en el 2020 que igualmente interpretó para todos sus seguidores, en el concierto del mismo título que ofreció “on line” ese mismo año.

“cada segundo de incertidumbre, cada momento de no saber, son la clave exacta de este tejido que ando cargando bajo la piel, así te protejo, así sigues dentro” como Natalia Lafourcade, también yo lo siento así.

No, no os he olvidado. Seguís aquí conmigo, formáis parte de mi memoria y os protejo en el recuerdo. Hasta la raíz.

Rock and Roll – Led Zeppelin

Vamos a ver, yo tendría unos seis o siete años y era verano, porque estaba en casa por la mañana, seguramente jugando con mis muñecas recortables o con algún cuaderno de colorear. La radio está puesta, mi madre la ponía desde primera hora mientras hacía las faenas de casa. Tenia sintonizada una emisora local, de esas que tenían una programación casi artesanal. No lo he dicho aún, perdón, pero estamos viajando a los primeros años de los setenta.

En un momento determinado, todos los días en esa radio, sonaba una batería estridente y enloquecida, seguida por otros instrumentos que la acompañaban al mismo ritmo vertiginoso, y de pronto alguien empezaba a cantar en un tono muy alto y apremiante “It’s been a long time since a rock and rolled… “ y entonces la música, de primer plano pasaba a fondo y un locutor o locutora anunciaba: “La cesta de la compra” y pasaba a enumerar los productos de temporada o de oferta del día, pero se podía seguir escuchando por detrás la misma voz “Carry me back, carry me back, carry me back, where I come from… whoa oh oooh” y cuando el locutor terminaba su listado de frutas y hortalizas, esa voz volvía a primer plano, con la batería de nuevo a tope y decía “lonely, lonely, lonely, lonely, lonely time” que a mí me sonaba como “louly louly louly louly…. “ y entonces se acababa “La cesta de la compra” hasta el día siguiente a la misma hora.

La segunda escena es ya de unos cuantos años después, yo de nuevo escuchando ese mismo “Rock and Roll” y pensando para mis adentros, con sonrisa evocadora: “esa era la sintonía de “La cesta de la compra”, mi iniciación a Led Zeppelin” y mi canción favorita de la famosa banda británica desde entonces.

Rock and Roll – Led Zeppelin

“Rock and Roll” pertenece al álbum “Led Zeppelin IV” publicado en 1971 y cuarto álbum de estudio del cuarteto formado por Robert Plant, voz, Jimmy Page, guitarra, John Paul Jones, bajo y John Bonham “Bonzo” a la batería. Led Zeppelin en todo su esplendor y uno de los mejores trabajos de la banda con clásicos como “Black dog” o su canción más popular “Stairway to Heaven”.

“Rock and Roll” surgió de una improvisación mientras trataban de finalizar el track “Four sticks” Es también un homenaje a un tema de Little Richard titulado “Keep a Knokin’” (la intro de batería de Bonham rememoraba el tema de Richard) y en general a las grandes canciones del género, aludiéndose en la letra a temas de los 50’s o 60’s como “The Stroll” “The Book of Love” o “Walking in the Moonlight”. Es además uno de los pocos temas en el que los cuatro miembros figuran como autores.

Toda una descarga de adrenalina donde destaca la fabulosa interpretación de Plant con sus increíbles tonos agudos (que con el tiempo fueron bajando), los riffs de guitarra de Page y la abrumadora batería de Bonham que llegaba a su apoteosis en los conciertos de la banda, donde se siente la energía a través de la pantalla, así que no puedo imaginar lo que tuvo que ser verlos en vivo, como en su tour australiano en 1972, del que quedan algunos momentos como los recogidos en el siguiente vídeo de su actuación en Sydney el 27 de febrero de ese año, en lo que fue llamado “el espectáculo más ruidoso nunca visto en Australia”

“Led Zeppelin IV” o “Intitled” también fue la respuesta de la banda a la acogida más bien tibia de “Led Zeppelin III” donde profundizaban en raíces más blues o folk. Siguiendo la estela de los dos primeros trabajos: “Led Zeppelin”, su explosión, y sobre todo de “Led Zeppelin II”, ambos publicados en 1969 (llegando a destronar al “Abbey Road” de los Beatles este último), su cuarto trabajo, esta vez sin ningún título concreto en la portada como sí sucedía en los anteriores, era un disco consistente que apuntaba en muchas direcciones incidiendo en ese hard rock que entusiasmaba a sus seguidores.

“House of the holy” (1973) y Physical Graffiti (1975), su primer álbum doble con “Kashmir”, que la banda consideraba su mejor obra, fueron sus siguientes lanzamientos y a partir de ahí, la desgracia se cebó con el grupo que se enfrentó al grave accidente de automóvil de Plant y la muerte de su hijo, al alcoholismo de Bonzo y a la adicción a la heroína de Page. No obstante en 1976 se publica “Presence” y en 1979 “In Through the out door” su último trabajo de estudio.

Dos años más tarde Bonzo fallecía, ahogado en su propio vómito, tras una ingesta salvaje de alcohol. Led Zeppelin había llegado a su fin, emprendiendo carreras en solitario.

Ver actuar a Led Zeppelin en los setenta, resultó inspirador para Eddie Van Halen que señalaba a Jimmy Page como una de sus influencias en su técnica de tapping, en la que llegó a ser maestro. Era guitarrista y uno de los fundadores de la banda de hard rock Van Halen, por la que pasaron hasta tres vocalistas en su periodo de actividad que se iniciaría en 1972 y terminó en el 2020. Sammy Hagar se unió a ellos en 1985 y fue en el concierto original de Farm Aid, dado en Illinois el 22 de septiembre de ese año cuando se presentaba ante el público, iniciándose una nueva etapa para Van Halen y eligiendo el “Rock and Roll” de los Zeppelin como uno de los temas de presentación.

Rock and Roll – Sammy Hagar & Eddie Van Halen

El “Rock and Roll” siempre figuró en el repertorio de Led Zeppelin mientras estuvieron en activo y en las reuniones de los tres componentes que quedaban del grupo tras su separación, tanto en la de 1985 como en la del 2007 en el Arena O2 en Londres, en el que a John Bonham le sustituyó su hijo Jason John Bonham que supo dar lo que se esperaba de él, especialmente en este tema en el que la batería paterna, sin duda, resonaba en los oídos de sus compañeros.

Envueltos en polémicas, escándalos y hasta protagonistas de leyendas negras, como el supuesto pacto con el diablo de Jimmy Page a cambio de fama y dinero, y también acusados más de una vez de descarados plagios, Led Zeppelin, la banda fundada en 1968 por el propio Jimmy Page, supuso la reunión de cuatro músicos inmensos fundamentales en la evolución y la historia del rock.

No sé a quién se le ocurriría poner el “Rock and roll” de Led Zeppelin de sintonía en aquel lejano programa que escasamente duraba unos minutos para anunciar los productos destacados del día, nunca imaginaría lo que su elección magnífica influyó en una niña que se entretenía con sus muñecas recortables o decidía entre el rojo o el rosa en las mañanas de verano, mientras tarareaba como sin pensar “Louly, louly, louly, louly, louly… time”.

Blueberry Hill – Fats Domino

Hace ya algunos años que empecé a aficionarme a los listados de discos o canciones que recorren las diferentes décadas de la música: Las canciones imprescindibles de la historia del rock, los 1001 álbumes que escuchar antes de morir, las 500 mejores canciones de todos los tiempos de la revista tal o cual… aunque son listas que siempre se nos antojan incompletas, pueden ser un buen punto de partida. A mí han servido sobre todo para tomar impulso y poder profundizar después, en la música de los cincuenta, aquellos años en los que tomaban forma nuevas corrientes musicales que, aunque venían de lejos, iban a suponer una verdadera revolución. La década en la que todo cambió.

En todas las antologías posibles, hay alguien que siempre ocupa los primeros puestos y para cuya historia debemos situarnos en 1949, año en que debutó a los 21 años, con el que se considera uno de los primeros himnos del rock and roll “The fat man”, si bien su música bebía del “rhythm and blues” de su Nueva Orleans natal. Una presencia estable y tranquila que abre unos minutos confortables en cualquier lista que se precie. Nunca se consideró rockero, y desde luego su música amigable y relajada, se aleja de los estereotipos del género.

Lejos de los ritmos trepidantes de Chuck Berry o Little Richard, sin el atractivo un tanto enloquecido de Jerry Lee Lewis, por no hablar de la imposible comparación con el todopoderoso Elvis Presley, Fats Domino no arrastraba escándalos tras de sí, no se le conocían adicciones y carecía de ambición salvo la de “cumplir los diez mandamientos”. Era una auténtica anti estrella que estaba allí mucho antes que todos los demás. En una década vendió 65 millones de discos y con la excepción de Elvis, nadie tuvo tanto éxito como él.

“This is Fats” fue su tercer larga duración, y comienza con la encantadora “Blueberry Hill”, una canción escrita por Larry Stock y Al Lewis y compuesta por Vicent Rose, que venía de lejos, ya que en 1940 ya contaba con seis grabaciones. La primera fue el 31 de mayo de ese año, lanzada por la discográfica Victor Records y corría a cargo de la Sammy Kaye Orquestra (“Swing and Sway” with Sammy Kaye) con el vocalista Tommy Ryan que suena deliciosamente antigua.

Blueberry Hill – Swing and Sway with Sammy Kaye

Las versiones de Glenn Miller o Louis Armstrong también se encuentran entre las más tempranas, pero tuvo que llegar Fats Domino en 1956 para que “Blueberry Hills” fuera un éxito internacional y, hablando de listas, una de las “500 canciones que dieron forma al Rock and Roll” según el Salón de la Fama del Rock and Roll.

Si yo tuviera que poner un titular para presentar a Fats Domino, simplemente añadiría junto a su nombre, “El valor de una sonrisa” porque eso es lo que siempre me ha llamado la atención de este gran vocalista y pianista, su manera de sonreír mientras tocaba el piano, dedicando sus canciones al público de una manera afable y simpática.

Desde la fría pantalla del dispositivo en que viajas por el túnel del tiempo hasta aquel lejano 18 de noviembre de 1956, en que presentaba “Blueberry Hill” en el archipopular show de Ed Sullivan, todavía nos llega esa calidez un tanto ingenua con la que Fats Domino se dirigía a los espectadores, a los que estaban allí presentes, a los que le veían por televisión entonces, y a nosotros ahora, que no podemos ver el viejo vídeo de YouTube, sin devolverle la sonrisa.

Elvis Presley, Pat Boone, Bill Haley, Brenda Lee, Johny Holiday, Every Brothers, The Beach boys… no son pocas las versiones “Blueberry Hill”, siguiendo una línea temporal, que nos llevaría a la más reciente de Van Morrison en el 2023.

Fats Domino tuvo su momento de popularidad y más adelante, ya a mediados de los sesenta, cuando las modas cambiaron, volvió a sus orígenes si es que alguna vez se había alejado de ellos, ya que como él mismo decía “Eso que llaman rock and roll es rhythm and blues y llevo tocándolo quince años en Nueva Orleans”. En 1968 lanzó “Fats is back” un homenaje a los Beatles en agradecimiento a la admiración que los cuatro de Liverpool siempre le habían expresado. “Ellos siempre hablan de mí y yo debía agradecérselo” Así era, de hecho el tema de los Beatles “Lady Madonna” está directamente inspirada en Domino, que no dudo en hacer su propia versión de la canción y según algunos, superarla.

Fats Domino no necesitaba hacer mucho más, con los derechos de autor de sus canciones tenía asegurada una vida más que cómoda y anunció su retirada, apareciendo cada vez menos en escena. En 1995 tuvo lugar su última gira por Europa y fue espaciando sus actuaciones a eventos especiales.

Continuó viviendo en el mismo barrio proletario de Nueva Orleans, el Ninth Award y era allí donde aparcaba su Cadillac rosa, que en una ciudad plagada de delincuentes nadie osaba tocar porque para los vecinos Fats era sagrado. El hijo predilecto de Nueva Orleans, junto con Louis Armstrong.

En el año 2005, tras el paso del huracán Katrina, Fats Domino que tenia entonces setenta y seis años, fue uno de los miles de residentes de Nueva Orleans que se encontraba en paradero desconocido, siendo incluso dado por muerto hasta que un helicóptero lo rescató de las ruinas de su casa, que quedó completamente anegada. La catástrofe se llevó o dañó irreparablemente los 20 discos de oro recibidos durante su carrera, que fueron sustituidos más tarde por réplicas. La industria de la música se volcó con el cantante, lanzando una recopilación de versiones de sus éxitos en un doble álbum: “Goin’home: a tribute to Fats Domino” en el que incluso aparece John Lennon interpretando “Ain’t that a shame”, participando Robert Plant, Paul McCartney, Neil Young, o Willie Nelson, entre muchos otros. “Blueberry Hill” fue el tema elegido por Elton John.

Blueberry Hill – Elton John

“Treme” es una serie de David Simons del año 2010 (HBO) que cuenta la historia de un grupo de personas de Nueva Orleans, etapa post-Katrina. Diez capítulos con protagonismo absoluto de la música. Blues y Jazz a raudales. Muy recomendable.

Fats Domino, muy reacio a las apariciones públicas en los últimos años, hizo un cameo en la serie que habla de su querida ciudad, cantando “Blueberry Hill”, sobrepasados ya los ochenta. Comparte piano con Davell Crawford, teclista, vocalista, compositor y arreglista de Nueva Orleans y amigo de Domino, la persona perfecta para una escena entrañable.

Fats Domino murió en el año 2017, próximo a cumplir los noventa. Nacido en el seno de una familia criolla de habla francesa, su pasión por la música le venía de fábrica, con especial mención del tío Harriet, músico de jazz. Pionero entre los pioneros, bebió de las fuentes del swing, del country, del boogie-woogie, o del rockabilly, dominando todos los registros que le llevaban hasta el rhythm’n’blues de Nueva Orleans.

Pero sobre todo te envolvía con su calidez sureña, con su sonrisa capaz de traspasar el tiempo y ablandarte el corazón en días tristes, haciéndote sonreír mientras imaginas esa colina de arándanos llena de sueños imposibles.

“El viento soplaba en los sauces una dulce melodía, pero las promesas que nos hicimos nunca se hicieron realidad. Y aunque hoy estamos separados, sigues siendo parte de mi, porque fuiste mi sentimiento, en aquella colina de arándanos”

Chris Stapleton – Cold

No fue la primera canción que escuché de Chris Stapleton, ni “Starting Over”, el álbum al que pertenece, mi primer encuentro con este compositor y guitarrista estadounidense al que llevo siguiendo la pista hace un tiempo. Pero cuando di con “Cold”, tuve la certeza de que iba a quedarse en mi memoria por mucho tiempo.

Hay canciones que exigen un compromiso en el que las escucha y solo así despliegan para nosotros sus más íntimas emociones. Un simple comienzo al piano con la batería marcando el ritmo y una voz rasgada que da verdadero sentido a la palabra interpretar, obran el milagro en el que solo queda abrir los cinco sentidos y dejarse llevar sin prisa, permitiendo que los sonidos nos impregnen.

Cold – Chris Stapleton

Lo más sorprendente para mí era que esto pudiera sucederme con un tema del año 2020, escrito e interpretado por un cantante que parece llegado del lejano Oeste americano, aunque ciertamente “Cold” no es una canción muy country ni Chris Stapleton encaja en un estilo muy convencional del género.

Chris Alvin Stapleton, nació y creció en el estado de Kentucky, cuna del bluegrass, y procede de una familia de mineros del carbón. En el 2001 se mudó a Nashville, Tennessee, para dedicarse a componer, y en el 2007 se convirtió en el líder de The Steeldrivers, una banda con raíces en el bluegrass con la que publicó dos álbumes antes de dejar el grupo y fundar el cuarteto The Jompson Brothers, más próximo al rock sureño.

Su primer éxito en solitario le llegó en el 2015 con “Traveller” que ascendió al número uno en las listas de country y en la lista de Billboard de todos los géneros siendo “Tennessee whiskey” el single más famoso. “From a room” Vol. 1 y 2 fue su siguiente trabajo en el 2017 y con “Starting over” en el 2020, llegó de nuevo al número 1 en los álbumes de country de Billboard, con dos singles de lanzamiento “Starting over” y “You should probable leave”. Con este disco Stapleton pulsaba el botón de reinicio, mostrándose como un artista de influencias que van desde el pop al blues o al soul, aunque se le comercialice como un músico del género country al que, en cualquier caso, lleva a un terreno muy personal.

“Starting Over” en el año 2022, ganó tres premios en la 67 edición de los Grammy: Mejor álbum country, mejor interpretación solista: “You should probably leave” y mejor canción “Cold”.

“Cold” es uno de los más conseguidos temas del álbum, con una gran intensidad dramática, que va in crescendo hasta llegar a una explosión vocal, arropado por una imponente instrumentación de cuerdas, que siempre es real en sus actuaciones en vivo como puede verse en los premios CMA 2021, en el Bridgestone Arena de Nashville, donde Stapleton con su vestimenta vaquera, daba rienda suelta a la ira y al dolor de su corazón roto.

“Por qué tienes que ser tan fría, por qué tienes que ir y cortarme con un cuchillo y poner nuestro amor en hielo?”

Un tema como “Cold” con un intérprete como Stapleton, no parece muy versionable. Además de potencia vocal, lograr imprimir la intensidad necesaria al cantarla, de forma que resulte convincente, puede ser todo un reto. Así que de nuevo me sorprendo encontrando no una, sino dos versiones que me gustan casi tanto como el original.

Jonathan Roy, músico y compositor canadiense, y ex jugador de hockey sobre hielo, es un declarado fan de Stapleton y de gira por Hawai, propuso a su equipo grabar un vídeo en directo versionando “Cold”, en una sola toma y delante de ocho mil personas en el Blaisdell Arena de Honolulu. Contó con la colaboración de la cantante y actriz igualmente canadiense Kim Richardson y el resultado podéis juzgarlo vosotros mismos

Cold – Jonathan Roy & Kim Richardson

“The War and Treaty” es un dúo estadounidense formado en el 2014 y compuesto por los cantautores Michael Trotter Jr. y Tanya Blount – Trotter, que además de pareja artística están casados. Su música mezcla el soul sureño, gospel o country, siendo el pasado año los primeros artistas negros nominados al premio de la Academia de música country. Precisamente desde dicha Academia, en la gala celebrada en Octubre de 2023, que otorgaba el premio ACM Triple Crown a Chris Stapleton, en el auditorio Ryman de Nashville, interpretaban “Cold” ante el propio Chris Stapleton, que parecía complacido del rumbo, más cerca todavía de una balada soul, que tomaba su canción, en una interpretación conmovedora que hizo ponerse en pie a los asistentes al evento y levantar su sombrero de cowboy a Stapleton.

A “Starting over” le siguió la publicación en 2023 de “Higher” con catorce temas en los que Chris Stapleton continúa impresionándonos con la calidad de sus melodías y la sencillez de su factura, apostando siempre por la autenticidad.

Quizás eso es lo que me hizo fijarme en sus canciones y encontrar maravillas como “Cold”, una canción sin trampa, como se puede comprobar en cualquiera de las posibilidades ofrecidas desde un escenario, ante un micrófono y un público, en el que cobra gran importancia el intérprete, su expresión, su capacidad de emocionar y convencer, que sintamos que es real, que la angustia, la desolación, el lamento, están ahí y se pueden tocar en el aire.

Música de verdad, que tal vez nos lleva o nos recuerda a la que se hacía en otros tiempos, pero que puede que sea lo que realmente estamos deseando volver a escuchar.